NATURALEZA HUMANA – Carlos Vicente


Las semillas son fuente de vida y es impensado su patentamiento



Carlos Vicente es farmacéutico y Técnico químico, es integrante de Grain Internacional y Acción por la Biodiversidad. Es además miembro de la multisectorial de No a la Ley Monsanto de Semillas. – www.grain.orgwww.biodiversidadla.org


Lo que estamos viendo por delante en término de leyes de semillas, es la concreción del máximo absurdo que se puede pensar sobre las semillas, es que alguien tenga monopolio sobre la vida, es que alguien pueda tener exclusividad para el uso de una semilla. Teniendo en cuenta en primer lugar que la domesticación de la semilla ha sido una creación de campesinas y campesinos del mundo que comenzó hace más de 10.000 años y no se interrumpió, creando alimentos diversos, creando riqueza, creando cultura alimentaria, creando una enorme diversidad. Que tuvo como principio fundamental para que esto ocurriera, la libre circulación, o sea, nunca hubo límites, las semillas viajaron y viajan de las manos de los campesinos, se intercambian, se enriquecen, se nutren con conocimiento, con prácticas culturales. Y de golpe, hace 50 años, junto a la revolución verde llega este proyecto de crear la propiedad intelectual sobre las semillas. Desde esta perspectiva, básicamente una semilla puede ser como un libro, como un invento y por lo tanto alguien puede tener exclusividad sobre ella. Para eso crearon una figura, la de Derecho de Obtentor, que lo que dice es que quien obtuvo una semilla nueva, distinta, homogénea y estable, puede tener propiedad sobre ella, entonces quien quiera usarla tiene que pagar derechos o regalías por ella. Esto es una aberración, pero sin embargo ya hay un montón de leyes de semillas que lo están planteando y de hecho la Ley de Semillas de Argentina que es del año 1973 plantea exactamente esto. Pero aquella ley, frente a las objeciones que había, incluso éticas sobre el monopolio de las semillas lo que planteaba era que cada uno que compraba una semilla y una vez que la pagó podía guardarla, volver a sembrarla y se creó la figura de Excepción del agricultor, otros llaman Uso propio, que es la posibilidad de seguir guardando semillas. Pero como las corporaciones cada vez van por más, a lo largo de estos últimos 20 años avanzaron y crearon una norma internacional que se llama UPOV 91, que es la Unión de Producción de Obtenciones Vegentales, que es un organismo internacional, que crea las reglas que después deben aplicar los países. Y esta UPOV 91, plantea que las semillas no pueden volver a guardarse sin pagar regalías a quien tiene el derecho de obtentor. Este es el escenario que estamos viviendo actualmente, en el que hay una presión enorme en todos los países de América Latina para cambiar las leyes de semillas, En Argentina desde el 2012 hay una fuerte presión para que se cambie la ley de semillas y venimos resistiendo desde la Multisectorial No a la Ley Monsanto de Semillas. A fines de este 2017 se viene insistiendo sobre los acuerdos de tratado de libre comercio (TLC) entre Argentina y el Mercosur, y la Unión Europea. Y toda esta situación cobra más vigencia porque sabemos por textos secretos de los acuerdos, que se han dado a divulgar en estos días, que el TLC obliga a aprobar leyes de semillas basadas en UPOV 91. Entonces, si se firma el TLC, Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay, vamos a estar obligados a modificar las leyes de semillas para que el tratado de libre comercio que está por encima de las leyes pueda funcionar. Muchos países, como por ejemplo Costa Rica, tuvo que cambiar su ley de semillas y aprobar UPOV 91 por haber firmado el tratado de libre comercio con Estados Unidos. Esta es la situación que nos encontramos en el cono sur. En este momento lo que nos estamos planteando, además de seguir resistiendo desde la Multisectorial, es pensarnos como colectivo desde el cono sur, desde Brasil, Uruguay, Argentina y Paraguay, para también poder articular las resistencias y denunciar la implicancia de estos tratados de libre comercio.