NATURALEZA HUMANA – Alejandro Piscitelli


Las tecnologías y las complejidades


Alejandro Piscitelli es filósofo y titular del Laboratorio de Innovación Pedagógica en la UBA desde el año 1996. Autor de varios libros relacionados con las nuevas tecnologías. – www.filosofitis.com.ar



La relación entre tecnología y naturaleza, de si algo es tecnológico o algo es natural, es una forma un poco dualista de ver las cosas. La problemática ecológica y las problemáticas de economía sustentable son de los años ‘60, ‘70. Aunque acá en Argentina nunca tuvieron demasiada discusión. Pero la sistematización de esto empieza prácticamente en el año ‘99 con la famosa reunión en Seattle, que ya vamos a cumplir 20 años de eso. Y con la acuñación de un concepto, que no es muy conocido acá, que es el concepto de Antropoceno, la idea de que los humanos estamos generando cambios climatológicos pero también geoestratégicos muy fuertes, al punto de merecer una categorización que tiene que ver con la estratigrafía, que sería que ya no estamos más en el holoceno, que fue el período anterior que duró como 12 mil años, sino que estamos en el antropoceno. Algunos dicen que empezó hace 50 años, otros que empezó hace 500, que se aceleró recientemente. Pero la opinión pública, no muy atenta ni esclarecida, sabe que hay algo que se llama cambio climático global. Cada vez más hablamos de los huracanes, de las tormentas, de los tsunamis, y aparte hay mucha literatura de ciencia ficción que habla muy apocalíptica, que está vinculada con todo esto. En términos más concretos, ¿por qué la tecnología le hace tanto mal al planeta? No lo sabemos. No sabemos si le hace tanto mal al planeta, sabemos que sí, que desde toda esta corriente extractivista que tiene que ver con el petróleo y tiene que ver con las energías modernas, explotación del carbón primero y después del petróleo; lo que uno ve ahí es como en pocos siglos, menos de siglo y medio, dos siglos, estamos gastando lo que la tierra tardó en crear a lo largo de centenares o miles de millones de años. Y este extractivismo empieza a cobrarse, o sea, no es gratis lo que hemos hecho. Entonces lo que estamos viviendo es una situación así muy confusa, muy compleja, muy contradictoria. Por un lado sabemos que estas cosas pasan, por otro lado siguen pasando. Entonces ¿cómo es esta historia? O sea, ¿no era que la verdad nos iba a hacer libres?, ¿no era que saber por qué pasaban las cosas lleva a que uno las cambie? No, eso no sucede así. Entonces ahí uno enseguida dice “Ah bueno claro, pero esto es por el capitalismo, y esto es por la avaricia, y esto es por la explotocracia, y esto es por las teorías conspiracionistas”, y es por un montón de cosas que hace que un grupo muy pequeño de gente, Estados Unidos que tiene el 6% de la población humana, de nuestro planeta, gasta el 30% de energía, entonces evidentemente ese modelo no es escalable, no es exportable. Frente a todas estas cuestiones, hay soluciones baratas, que son decir “bueno, pero la tecnología no es ni buena ni mala en sí, depende quién la use”, es una trivialidad eso. Otra es “bueno, pero que la globalización y todo esta situación… “, la globalización empezó en el siglo XII, XIII. Pero digamos, la globalización que nosotros conocemos ahora, sí, y aparte con este cambio que estamos viviendo en este momento, del pasaje de la hegemonía que estaba en el Atlántico con Estados Unidos, que está yendo al Pacífico, que está yendo hacia China.

El punto es que ya todos los diagnósticos están hechos. Entonces, ¿cómo se pasa a la acción?, ¿cómo se revierte esta situación? Y esas son cuestiones que tienen que ver básicamente con la gobernanza, con la política, con el diseño de nuevas instituciones y con cambios de comportamientos que van a llevar décadas, porque nosotros no somos consumidores compulsivos desde la semana pasada, como sociedad. Entonces, cuando vos tenés 70 años, 80 años de creer que la felicidad, y lo bueno, y lo rico, y lo interesante está en el consumo y en la socialización del consumo, eso es insostenible, como lo tenemos ahora. Y más por que en los últimos años hay una cosa que se llama Coeficiente de Gini que te habla de la distribución de la riqueza, y muestra cómo en el caso argentino está empeorando y en otros lugares del mundo también. Aparte en Argentina tenemos 30% de pobres, cuando en el año ‘70 teníamos 5% de pobres. O sea que todos los números dan muy, muy mal. Yo creo que en el caso nuestro se complica esto, por un lado tenemos 80 años de crear y creer en un modelo que nos parecía maravilloso y que ahora vemos cómo nos cobra todo lo que nosotros le hacemos a la naturaleza, a los diferentes, a los otros. Eso por un lado. Y por el otro, me parece que es el tema, no sé si tabú, pero oculto de la Argentina, nosotros en Argentina no podemos ni siquiera generar conceptos ni discusiones porque estamos totalmente involucrados en este vivir a futuro, vivir en déficit, vivir por encima de nuestras posibilidades, vivir en nichos, vivir pensando siempre en Estados Unidos o en Europa… No pensando en dólares, somos dólares ¿no?, o sea, ¡sos dólar!, ¿viste? Es imposible realmente imaginar otros futuros. Pero a esto habría que sumarle esta cosa psicosocial, psicogenética argentina, ligada a la inflación y ligada al presentismo, a este presente continuo y ligado a vivir por encima de nuestras posibilidades que complica todo mucho más.