NATURALEZA HUMANA – Carolina Caliva


Por la defensa del Agua



Carolina Caliva es integrante de la Asamblea Jáchal no se toca. Carolina afirma que su sangre es capayana y no podría mirar a los ojos a sus hijos, si no defendiera el agua. – www.facebook.com/Asamblea-Jáchal-No-Se-Toca


El agua pura es un bien de todos. La contaminación la transforma en un mal para todos. En la República Argentina existe un pequeño pueblo ubicado en la parte norte de la provincia de San Juan, llamado Jáchal. Que desde que se instaló en 2003 la empresa Barrick Gold con su mina Veladero, en las nacientes de su río, tuvo el temor que esto pusiera en peligro el agua que calmó la sed de sus antepasados durante 800 años. Ese peligro se transfiguró en contaminación concreta de la cuenca del río Jáchal, un día de septiembre de 2015, envenenando su agua con cianuro y mercurio. Las mega-mineras y los distintos gobernantes lograron en pocos años interrumpir esa loable función de dar vida a lo largo de todos sus recorridos que tenía el río Jáchal desde que habitaban estas tierras Capayanes y Yacampis. En palabras de Jacques Cousteau: “Olvidamos que el ciclo del agua y el ciclo de la vida son uno mismo”. Por eso nosotros los integrantes de la Asamblea “Jáchal no se toca”, no olvidamos que el pueblo de Jáchal se forjó con trigales y alfalfares custodiados por este río que recorre desde tiempos remotos su cauce tradicional. Ese río que vio germinar asentamientos de originarios hace 800 años a lo largo de sus venas. Ese río que vio el nacimiento de este nuevo cacerío llamado Jáchal, allá por 1.700. Ese río que vio con satisfacción cómo se iban abriendo paso a través de su sendero. Ese mismo río que después de miles de años de generar vida vegetal y animal, vio como ultrajaron su seno, contaminándolo con cianuro y mercurio. Ese río que vio como los antiguos extranjeros surcaban el Camino del Inca, ese río que vio como los extranjeros de ultramar se afincaban junto a los originarios, naciendo pueblos mestizos como el nuestro. Ese mismo río que vio como las empresas mineras canadienses y chinas, y sus correspondientes cipayos dejaban agriar sus aguas. Ese río que está herido de muerte por el estilete de un par de extranjeros desalmados, que instalaron la megaminería sobre nuestros glaciares cordilleranos. Ese río que está disgustado con los cipayos que dirigen los destinos de nuestro pueblo, porque lo entregaron para que lo sacrifiquen. Por eso nosotros les pedimos a nuestro río Jáchal que no se rinda, porque nuestro pueblo lo necesita restaurado. Pero nosotros también debemos entender que nuestro río no se puede defender sólo. Por eso muchas familias jachalleras decidimos defender nuestras fuentes de agua por nuestros hijos y nietos. Por ello instalamos desde octubre de 2015 una carpa en la plaza pública como símbolo de reclamo de justicia, enfrente del poder gobernante, y como emblema de la decisión de proteger la última fuente de agua que le queda a los niños jachalleros: el acuífero de Guachi. Desde nuestra asamblea, hemos golpeado puertas en todas las instituciones, hemos caminado por las calles de Jáchal, siendo miles a un sólo grito: “Jáchal no se toca”. Hemos caminado casi 200 km por la ruta 40 para llevar nuestro reclamo de cierre de la mina Veladero a las puertas de la casa de gobierno de San Juan. Hemos andando 1.400 km en bicicleta para pedirle al presidente Macri la aplicación plena de la Ley Nacional de Glaciares, para que se respeten y protejan todas esas reservas estratégicas de agua. Hemos investigado, solicitado y denunciado, hemos acompañado otras luchas como la nuestra.


La defensa del agua la sostenemos con la colaboración del pueblo, sin partidos políticos, empresas o entidades oficiales. Siempre refugiados bajo la carpa, símbolo del reclamo ante la injusticia y contra la impunidad. Y ahora también estamos defendiendo Guachi, porque no les bastó con envenenarnos el Río Jáchal, también quiere envenenarnos el acuífero de Guachi, que es la única fuente de agua pura que nos queda a los jachalleros. Por eso seguimos resistiendo con más fuerza en la carpa de Jáchal, después de más de 3 años de su instalación frente al edificio municipal. Por todo esto, como integrante de la Asamblea “Jáchal no se toca”, y como madre de dos hijos, les pido a todos que defiendan la Ley Nacional de Protección de Glaciares, porque esos cuerpos de hielo son de todos, porque es la única forma de defender las nacientes de los ríos y las recargas de los acuíferos que permiten la vida en estos oasis cordilleranos. Aprendan de nuestro mal ejemplo, no los dejen entrar en ningún otro pueblo, porque una vez que entran las megamineras, se contaminan las fuentes de agua y las fuentes de información. Se contaminan el aire, el ambiente, y también las universidades, y la sociedad toda. Todos los valores se trastocan. El agua está en peligro. La vida está en peligro. Defendámosla.