NATURALEZA HUMANA – Damián Verzeñassi


Las políticas mundiales, la salud y las tierras arrasadas



Damián Verseñassi es médico, docente universitario, co-responsable académico de la materia Salud Socioambiental de la Facultad de Cs. Médicas de la UNR, Secretario de Extensión Universitaria de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario. – www.facebook.com/saludsocioambiental


En diciembre del año 1991, el economista en jefe del Banco Mundial Lawrence Summers, elabora un documento que tenía como objetivo ser de circulación interna y finalmente se filtró, en el que establece cuáles son los retos del Banco Mundial para los próximos decenios. Y pone en agenda en primer lugar la importancia de estimular como Banco Mundial el traspaso de las instituciones sucias a los países del Tercer Mundo. Lawrence Summers fundamenta este traspaso de las industrias sucias a los países del Tercer Mundo en 3 partes fundamentales.

La primera tiene que ver con la necesidad de dejar de ensuciar y de contaminar los territorios del Primer Mundo, del mundo económicamente desarrollado, por el daño que esto genera en la salud de los territorios y en la salud de sus poblaciones. ¿Y por qué pasarlo al Tercer Mundo? Dice Summers, porque en el Tercer Mundo todavía hay poca contaminación al año 92, entonces los territorios pueden soportar esos procesos de contaminación.

En segundo lugar, porque en esos lugares vive gente que se muere antes de otras cosas y además tiene bajos salarios, entonces se mueren antes y gastan menos, por lo tanto son más baratos que aquellos que, después de una enfermedad, tienen mayor sobrevida y tienen mayor capacidad de consumo. Y el otro punto tiene que ver con que en estos países no hay legislaciones ni ambientales ni de defensa de los trabajadores lo suficientemente fuertes como para poder oponerse a este proceso. Cuando Lawrence Summers plantea esto, dice “hay dos inconvenientes muy grandes para este traslado”, él lo dice en estos términos, dice: “dos inconvenientes muy grandes para una mejor distribución de la contaminación en el mundo”. Él plantea que el primero tiene que ver con que la mayoría de productores de contaminación son el transporte y las chimeneas de las fábricas. Por lo tanto el segundo punto es el humo y las emanaciones de esas fuentes de contaminación, son muy difíciles de encapsular y el traslado es muy costoso. O sea, si uno dice “no, dejemos la producción acá pero traslademos la basura”, es muy costoso. Sale más barato, dice Summers en ese documento, trasladar directamente la industria completa al Tercer Mundo. Claro, las ganancias siguen contándose en esos países y acá nos quedan las enfermedades.

Ahora, para hacer esto, hacían falta tres cosas. Una fuerte inversión y ahí es donde entra a jugar el Banco Mundial. Una fuerte inversión en infraestructuras, caminos, puentes, hidrovía Paraná-Paraguay, puente Rosario-Victoria por ejemplo en esta zona, corredores bi-oceánicos. Una fuerte inversión en agua y saneamiento, todas estas industrias necesitan de agua para poder funcionar, sin agua no funcionan y por eso se instalan en estos territorios, que somos tan ricos en recursos hídricos. Una fuerte inversión en comunicaciones y una inversión muy fuerte en lo que tiene ver con lo que se llama obra de infraestructura.

O sea, Summers delinea lo que después la Organización de los Estados Americanos asume como el Plan I.I.R.S.A, Infraestructura para la Integración Regional de Sudamérica, un complejo de grandes obras de infraestructuras para generar la última parte que Summers decía que era necesaria “nada de esto funciona sin energía”. Hay que generar inversión en energía, energía para que puedan funcionar las industrias, inversión en agua y saneamiento para que tengan de dónde sacar el agua para poder funcionar, inversión entre comunicaciones para que no se pierda el contacto entre quien recibe dinero y quien está produciendo y enfermando; e inversión en caminos, en obras de comunicación al transporte que permita sacar los productos de los lugares. Y esto se hizo, no es falso, la revolución productiva de los ‘90 en Argentina existió. El 24 de marzo de 1996, o sea, cuatro años después de que Lawrence Summers hubiese anunciado este plan macabro y genocida sobre nuestros territorios, en Buenos Aires se reúne el BID con los Bancos del G20, para anunciarle a América Latina que iban a invertir durante 20 años, 16 mil a 20 mil millones de dólares por año para obras de infraestructura para la integración regional de Sudamérica. ¿En qué áreas? Comunicaciones, transporte, energía, agua y saneamiento.

Nosotros entendemos que este es el punto de partida, el punto de inflexión en la política de nuestros países para la instalación de modos de producción enfermantes que tienen como objetivo final no solamente destruir nuestros territorios a partir de la instalación del extractivismo como matriz definitiva para este sector del plantea, sino además utilizar a la enfermedad como herramienta de dominación de los pueblos. La enfermedad que viene de la mano de la destrucción de la soberanía alimentaria. No nos olvidemos que si no tenemos posibilidad de acceso a un alimento sano, no podemos estar sanos nosotros. Esto lo decía Hipócrates cuando planteaba que “el alimento sea tu medicina y que tu medicina sea tu alimento”; y también lo saben quienes defienden que en estos territorios se produzcan alimentos, y no que se produzcan commodities .

Desde el año ‘91 que Lawrence Summers plantea esto, pasan 5 años hasta que se anuncia oficialmente la llegada de inversiones para este tipo de cosas. Y toda la década, la última mitad de la última década del siglo XX y todo lo que viene del siglo XXI, el proceso y el modelo extractivo se instaló en otros territorios y con esa instalación destruyó territorios, destruyó pueblos, destruyó historia, destruyó vidas, haciendo que la enfermedad sea un mecanismo de dominación.

En el caso de la Pampa Gringa de nuestro país y también del norte que no era Pampa Gringa, nuestros montes nativos fueron exterminados, nuestros espacios de producción de cereales, nuestros espacios de producción de alimentos fueron exterminados y fueron todos transformados en grandes mares verdes o desiertos verdes de eventos transgénicos dependientes de venenos, que cuando uno analiza en el tiempo, están íntimamente ligados con la modificación de la forma de enfermar y de morir que nosotros hemos identificado a través del trabajo que llevamos adelante desde nuestro equipo en la Facultad de Ciencias Médicas de Rosario, que está ocurriendo en nuestros pueblos.

Entonces, la forma en la que cambia la presentación de enfermedades y causa de muertes en nuestros pueblos afectados o rodeados por estos mares de eventos transgénicos, de estos desiertos verdes de eventos transgénicos dependientes de agrotóxicos, es coincidente en el tiempo y en la geografía y en el territorio con la instalación de estos modelos. Cuando nosotros descubrimos, y logramos darnos cuenta de esto, porque lo evidenciamos, porque recorremos los pueblos y lo empezamos a decir en voz alta, la respuesta que tuvimos por parte, en este caso el estado provincial de la provincia de Santa Fe y las autoridades de la facultad de Ciencias Médicas de Rosario en el año 2016, fue intentar callarnos poniendo cadenas en las puertas de la oficina donde nosotros guardábamos la documental de nuestro trabajo de relevamiento epidemiológico, en ese momento eran 28, ahora ya son 32 pueblos donde hemos entrevistado a más de 150 mil personas en sus domicilios, para saber cuáles son las formas de enfermar y de morir, y cómo transitan su ciclo vital y a partir de ahí poder evidenciar, como dije antes, y poder poner blanco sobre negro para explicar y demostrar que desde la instalación del modelo extractivo en nuestros territorios, en el caso nuestro del modelo extractivo a base de transgénicos y venenos, hasta nuestros días, ha cambiado la forma de enfermar y de morir. Por lo tanto uno podría decir que Lawrence Summers hizo bien su trabajo, igual que sus súbditos locales, que le permitieron y le abrieron las puertas a este proceso de transformación del territorio, que era un territorio de vida, un territorio donde podíamos pensar en la salud y en la vida de nuestros nietos y de los nietos de nuestros nietos, y se está transformando cada vez más en tierra arrasada.