NATURALEZA HUMANA – Esteban Ierardo


La huella digital y el capitalismo algorítmico



Esteban Ierardo es egresado de la carrera de Filosofía en la Universidad de Buenos Aires. Es escritor y autor de varios libros, entre ellos El agua y el trueno; Sociedad pantalla; Mundo virtual. – www.facebook.com/esteban.ierardo


Hoy vivimos en un mundo muy particular que nos obliga a pensar lo singular de la tecnología en la actualidad. En un sentido amplio, siempre que existió historia, el hombre creó artefactos, y la creación de artefactos ya es una forma de generación de tecnologías. La tecnología es una forma por la cual extendemos nuestro cuerpo para mejorar la interacción con el medio ambiente y mejorar nuestra supervivencia. Todo eso empezó con el arco, con la flecha, con las hachas. Pero la tecnología en el siglo XXI, tiene cierta singularidad. Porque por un lado, la tecnología tiene el poder de extenderse universalmente a todas partes, involucrar la vida de todos. Eso es una singularidad, el alcance de la tecnología respecto a otras épocas. Y por otro lado, otra singularidad de la tecnología es que durante buena parte de la historia, la tecnología eran las cosas que el hombre creaba para, desde su cuerpo actuar sobre un medio exterior. Ahora vivimos en un tiempo en el cual la tecnología no sólo nos proyecta al medio físico en el cual vivimos, el medio social, hacia el afuera, sino que también la tecnología se incorpora a las personas y las transforma corporalmente, o las puede monitorear cerebralmente. Lo singular de la tecnología hoy tiene que ver con el alcance universal y con una cronología que se revierte, se incorpora a los creadores de la tecnología. Y después, en ese contexto filosófico básico digamos, este poder de expansión universal de la tecnología, hace que por medios tecnológicos, en buena medida informáticos, digitales, que necesitan de computadoras y necesitan de programas, y necesitan el lenguaje binario de la computación, permiten construir una administración de la vida cotidiana a partir de servicios, prestaciones, que dependen de una organización algorítmica.

Las computadoras que nos dan servicios, necesitan de programas. Y los programas necesitan de algo que en definitiva son instrucciones para actuar y generar cosas. Y esas instrucciones son los algoritmos. Por lo tanto hoy el capitalismo, no puede prescindir de las computadoras, de la tecnología informática, y no puede prescindir de los algoritmos que regulan y organizan este mundo que necesita de informática. Por lo tanto vivimos en un capitalismo algorítmico. Todo está regulado por algoritmos. Ya hoy es así, y esos algoritmos se van a perfeccionar en el futuro. ¿Esto qué supone? Supone que los algoritmos son hechos para poder resolver situaciones donde muchas veces no hay una valoración o una interpretación humana. Entonces los algoritmos de alguna forma tienen cierta autonomía, y esos algoritmos son los que explican que muchas veces no interpreten bien la información y produzcan ciertos defectos o errores en el mundo de las inversiones, en el mundo financiero, flash crash, que es una suerte de mala aplicación de los algoritmos en el mundo informático.

En definitiva, vivimos en un mundo con un capitalismo algorítmico que supone que cada vez se puede regular mejor la producción, la economía, y en definitiva también la vida de las personas. Y se comprueba cuando esos algoritmos se los usa para monitorear el comportamiento, las preferencias, las inquietudes al nivel del consumo, al nivel de la opinión política, a nivel, incluso, del desplazamiento físico de las personas, por lo tanto, lo algorítmico de la tecnología informática que usa el capitalismo, el capitalismo algorítmico, hace que haya un sistema que cada vez regula mejor la productividad, la búsqueda de ganancias, lo económico. Y por otro lado, hay que tener en cuenta la construcción que se hace desde un capitalismo algorítmico, de una tecnología de espionaje de nuestra información, que dejamos como una huella digital irreversible en internet, y un capitalismo algorítmico que controla cada vez mejor nuestros movimientos, nuestro paso por los aeropuertos, qué consumimos en distintos lugares, hacia dónde nos desplazamos, y con qué medios. Da como resultado un gran sistema informático algorítmico, que permite una mejor organización de la economía en pos de las ganancias, una mejor manipulación de las preferencias o los gustos para el mercado, para consumir. Y un mejor control de los cuerpos, un mejor control del desplazamiento de las personas, para un mejor criterio de seguridad y de control del poder o de los Estados. Ante este escenario, no debemos caer en situaciones de un rechazo de la tecnología como algo negativo en sí mismo, una suerte de tecnofobia insostenible, pero tampoco podemos caer en la ingenuidad de no advertir estos procesos inquietantes respecto a lo que es un uso de los algoritmos o estos sistemas tecnológicos avanzados para mejor control que conspira en cuanto a las libertades y en cuanto al derecho de la privacidad o la intimidad de las personas.