NATURALEZA HUMANA – Pedro Kaufmann


Las abejas y una crisis sin antecedentes



Pedro Kaufman es apicultor de la provincia de Neuquén, en el Valle del río Aluminé. Miembro de la mesa directiva de
la Sociedad Argentina de Apicultores, donde trabajan en defensa de las abejas en Argentina. – www.sada.org.ar


Tenemos serios problemas con las abejas en Argentina, porque están desapareciendo
las colmenas, están desapareciendo los apicultores, esencialmente producto del modelo agroindustrial que tenemos en esta región del planeta. El exceso de monocultivos transgénicos asociados a productos agroquímicos, genera la desaparición de las abejas, y con la desaparición de las abejas no sólo nos quedamos sin miel y sin apicultores, también nos quedamos sin alimentos, porque 7 de cada 10 alimentos que nosotros llevamos todos los días a la mesa, los tenemos gracias al trabajo de polinización que hacen las abejas en el campo. Ya sean verduras, frutas o carnes, todo eso pasa por el trabajo de polinización de las abejas y otros polinizadores.

En el año 2018 la situación se ha agravado en Argentina, producto de que la Dirección de Biotecnología de la CONABIA (Comisión Nacional Asesora de Biotecnología Agropecuaria) y el SENASA (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria) aprobaron la producción de alfalfa transgénica. Esto implica dos cosas importantes. La alfalfa está en todo el país porque es casi un yuyo para el ganado, es la comida habitual que alimenta a las vacas cuando no se las encierra en feedlot. Con la producción de alfalfa transgénica se va a producir dos situaciones graves: los genes transgénicos van a contaminar a la alfalfa convencional, es decir, no va a haber más alfalfa convencional en pocos años, todo va a ser alfalfa transgénica, y como esta alfalfa está asociada al glifosato, además se va a aumentar la cantidad de glifosato en la tierra y en el agua.

Hoy uno de los graves problemas que tiene la tierra, el agua y los alimentos, son la contaminación por este herbicida que es el más popular, por su difusión y por su uso, no sólo en el campo sino también en las casas, para eliminar las hierbas. El glifosato tiene efectos graves y serios para la salud humana y también para las abejas, pero esencialmente lo que hace es eliminar absolutamente todas las flores, todas las plantas que no sean las plantas que están genéticamente modificadas para resistir al glifosato. Por lo tanto proboca una disminución en la biodiversidad o la diversidad biológica, es decir, cada vez tenemos menos plantas distintas. Y esto hace a la fortaleza de un ecosistema. En los últimos 100 años en el mundo desaparecieron el 80% de las semillas de cultivo, esto tiene relación directa con la industria semillera que prefiere algunas semillas sobre otras, y esa preferencia no tiene que ver con lo bueno que es para la alimentación, sino que tiene que ver con lo productivo que es la renta que se obtiene de determinadas semillas, tanto por productividad como por el cobro de regalías a los productores. Y eso además hace que los campesinos y las campesinas que utilizaron y manejaron las semillas en los últimos 11 mil años en el planeta, pierdan ese desarrollo en manos de algunas empresas transnacionales que manejan el poder del alimento y el poder financiero, y por supuesto terminan controlando las posibilidades de decidir lo que comemos en nuestros países y qué tenemos que dejar de comer, qué producimos y qué tenemos que dejar de producir.

En este contexto, las abejas tienen la virtud de ser los primeros detectores naturales de un problema en el ambiente, y cuando las abejas empiezan a morir es un dato que tenemos que tener en cuenta. Primero porque después de ellas nos vamos a morir nosotros, porque no vamos a tener los alimentos ni en cantidad ni en calidad suficientes como para alimentar a nuestra comunidad.

En Argentina desaparecieron el 50% de las colmenas en los últimos 10 años y el 75% de los apicultores en los últimos 10 años. Este es un dato a tener muy en cuenta, porque en poco tiempo más, con esta progresión, lo que va a desaparecer es ese vehículo que hace el intercambio sexual entre las plantas y que nos permite comer todos los días, es decir, vamos camino a una crisis alimentaria de consecuencias gravísimas y nunca vistas en la humanidad. Porque este problema que nosotros tenemos en la Argentina también se da en Brasil, también se da en Uruguay, se da en Paraguay, se da en Bolivia. Es decir, hay una política que no están manejando los gobiernos locales, sino que están manejando agencias o empresas transnacionales que tienen más poder que los gobiernos locales como para controlar o impedir determinados procesos que nos están llevando a una crisis muy seria, de la cual no tenemos antecedentes.